lunes, 27 de julio de 2009

El Ojo del Diablo

Nosotras íbamos sin dudar por esa montaña empinada

parecía ser el otoño quien nos guiaba cada paso

resbalé, me trajiste de vuelta. Seguimos.

Cada vez hacía más frío, pero no lo sentíamos

era sólo un color húmedo

lleno de rocas oscuras que no nos detuvieron.

Saltamos: el abismo no era tal, ¿ves?

-Llegamos –dijiste- éste es el ojo del diablo.

La cueva dejaba ver una pequeña laguna

un índigo insondable que chorreaba el ojo hacia la superficie

debíamos cruzarla como si fuese maciza. Esperé.

Apenas tu pie se posó sobre el agua supe que era cierto

entonces te seguí, sintiendo el agua solidificada bajo mi piel

el abrazo ciclópeo del hombre invisible

-¿ya no tienes miedo? –me preguntaba.

Ha desaparecido –le dije.

-Entonces debo hacerlo –escuché mientras introducía su mano en mi boca

sacando todo órgano de mi cuerpo

dejándome libre sin dolor alguno

vaciada de males, de raíces vencidas

de otros cuerpos.

Entonces lo vi a él jugando con el invisible

sonríe como nosotras, ligero adentro

Ahora sí viajeros, somos almas en fábula.
( Daniela Senn )

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